Ansiedad. Esa sensación incómoda y a veces inhabilitante nos acompaña de forma natural ante situaciones que nos asustan o no podemos manejar. Pero, a veces, permanece aun después de resueltas las mismas. Esto necesita ser tratado para que no se convierta en un rasgo crónico de nuestra personalidad.
Trastornos de la Conducta Alimentaria y Obesidad. Alteraciones vinculadas a la insatisfacción crónica con la imagen corporal y las prácticas inadecuadas destinadas a controlar dicha sensación.
Autoestima. Está en boca de todo el mundo pero ¿realmente sabemos de dónde se nutre o qué la debilita? El perfeccionismo es un acompañante habitual de la baja autoestima. Tiene que ver con una exigencia sin límite que empeora nuestra calidad de vida y nos lleva a un gran sufrimiento. Se dice que debemos querernos a nosotros mismos pero ¿cómo se hace?
Duelo. Es el proceso natural frente a la pérdida tanto de seres queridos como de trabajos, posición social, dinero, etc. Este periodo de transición no siempre es vivido de forma adecuada, pudiendo paralizarnos o llevarnos a un estado depresivo.
Crisis existenciales. Ante situaciones vitales de crecimiento y cambio, es posible revisar y hacer modificaciones interesantes en nuestra vida, si son acompañados de forma apropiada.
Sufrimiento crónico. Una parte de nuestra vida es el dolor, que nos enseña y nos ayuda a crecer. Sin embargo, en ocasiones se puede confundir con un carácter de sufrimiento. éste no nos permite disfrutar de las situaciones alegres porque cobra un peso excesivo en nuestra personalidad.
Afectividad. Problemas vinculares. Uno de los temas que más dolor y frustración nos genera es la relación con los demás. Ya sea de carácter íntimo, familiar o social, el vínculo puede convertirse en un infierno si no comprendemos qué nos ocurre en él y qué se juega de nosotros mismos. Entre los vínculos, el de la pareja supone, en la actualidad, un verdadero desafío.